La familia Desvignes ha sido vigía del pueblo Cru de Morgon desde inicios de 1700. Claude Emmanuelle y su hermano Louis Benoît son la octava generación de productores de vino de una saga con un apellido que parecería que no da otra opción más que dedicarse a la vid. Su padre Louis Claude elaboraba vino y vendía la mitad de la uva a otras bodegas. Sus hijos terminaron esa práctica y comenzaron a embotellar toda la producción bajo la etiqueta Desvignes. Con 13 hectáreas de viñas que se encuentran exclusivamente en el cru de Morgon, la bodega produce algunos de los vinos más complejos y duraderos de la zona, gracias a la alta concentración de esquisto y manganeso en sus viñedos y a su maestría en la interpretación de sus uvas. Los Desvignes son propietarios de numerosas parcelas con viñas con un promedio de 70 años. Trabajan con agricultura orgánica y cosechan manualmente.
Hasta 2016, Desvignes embotellaba cuatro vinos diferentes. Después de la cosecha 2017, Desvignes agregó 2 vinos de parcela más, Montpelain que proviene de una parcela con viñas de 80 años que antes se mezclaban en La Voûte; y La Corcelette, un reconocido «lieut-dit» donde Desvignes cuida de vides de 40 años de media sobre suelos arenosos de granito rosa.
En la bodega, Desvignes emplea lo que generalmente se conoce como vinificación «tradicional» en Beaujolais, fermentando principalmente con racimo entero en tanques abiertos de hormigón. Para la extracción gradual, Desvignes permite que la fermentación y la maceración sean largas y utiliza una parrilla para mantener la tapa sumergida en lugar de golpearla. Solo hay depósitos de hormigón: Louis-Benoît ha comentado que «los barriles son como el maquillaje». El sulfito se usa juiciosamente, de manera muy limitada, variando con la cosecha. Sus vinos tienen como característica distintiva su longevidad, teniendo fama de ser Beaujolais «pinotizados”, término con el que se elogia al Gamay con capacidad de guarda equiparable al Pinot Noir con la edad.
