En 1989 Antonio Sanz cumplió su sueño de elaborar sus propios vinos en Navarra, tras toda su vida dedicada al mundo del vino. Pronto se dio cuenta de la enorme importancia del cuidado de las viñas. Esa visión ha sido heredada por sus hijos, Xabi, Mikel e Iñaki, quienes han convertido este proyecto en uno de los más emocionantes de la Península Ibérica.
La apuesta por las variedades autóctonas de la zona, elaborando vinos varietales ricos y representativos, es la línea de base. Inicialmente destaca el admirable trabajo que hacen con la Graciano, uva que ya Antonio se había encargado de proteger desde los inicios de la bodega. Más adelante se dedicaron a rescatar la uva emblemática de la región, la Garnacha. Primero elaboraron un rosado de estilo clásico y, posteriormente, se dedicaron a rescatar viñedos antiguos de la variedad, algunos prefiloxéricos. Este tesoro enológico los hermanos Sanz se encargan de elaborarlo por parcelas separadas. Malayeto, Corral de los Altos y sus más recientes Señora de las Alturas y Lecciones de Vuelo, son prueba de ello.
Viña Zorzal practica una viticultura de poca intervención y ecológica, no labran los viñedos, todos los procesos son llevados a cabo manualmente. En bodega continúan con mínima intervención, las fermentaciones son espontáneas, evitan trasiegos, no utilizan aditivos y solo añaden sulfuroso en dosis muy moderadas.
Pocas bodegas en el mundo cuentan con tantos proyectos emocionantes en desarrollo. Desde la reconstrucción histórica de la influencia de los monjes cistercienses en el Medievo navarrico hasta colaboraciones con enólogos invitados de todo el mundo para trabajar en las viñas viejas de la familia, pasando por la elaboración de vinos naturales. Sin lugar a dudas, este pajarico tiene vuelo para rato.
