Fue en 1975, en la bodega familiar, Château de Villemajou en Corbières, donde Gérard cosecha sus primeras uvas. Desde niño trabajó junto a su padre, George, quien le decía «Gérard, eres afortunado porque cuando tengas 50 años tendrás 40 años de experiencia«. En su juventud, se dedicó a la práctica profesional de rugby. Al fallecer su padre en 1987 en un accidente automotriz cuando él tenía 20 años, tomó las riendas de la bodega. Y lo hizo con el mayor éxito, desarrollando el negocio hasta ser propietario hoy de 16 «châteaux». Además, colabora con 300 viticultores del Languedoc-Rousillon.
Todo el trabajo de Gérard gira alrededor de las labores orgánicas y biodinámicas en sus viñedos. A día de hoy, es el mayor productor de vinos orgánicos y biodinámicos del mundo, con todos sus Châteux en proceso de certificación Deméter para la cosecha 2020. Una vez desarrollado viñas equilibradas con su entorno, toca interpretar la enorme diversidad de suelos del mosaico que es el Languedoc. En casi todos los casos, salvo en Clos d’Ora, cada variedad es elaborada por separado. Al final del proceso los vinos se crían en barricas francesas de y son ensambladas personalmente por Gérard. Una destacada mineralidad y excepcional frescor son la seña de identidad de todos sus vinos.
El trabajo de Gérard Bertrand es amplio y variado. Ante todo, el objetivo es reflejar el «Art de Vivre» del Sur de Francia, en toda su complejidad de suelos, variedades y estilos de vinificación, cimentados sobre una profunda historia que retrocede hasta los antiguos griegos. Considerado el referente vitivinícola del Sur de Francia, la calidad de sus vinos hacen honor a su fama.
